jueves, 14 de julio de 2011

¿Progresistas o totalitarios? ¿Miran a su alrededor o viven en una burbuja?

Paez, Rivera, Cortese, Carabajal, Forster, Rinaldi, Giardinelli, etc....

Cito a algunos de los intelectuales y artistas locales, que defienden de forma vehemente al kirchnerismo. Y los describo como totalitarios. ¿Que otra cosa pueden ser? No terminan de digerir un revés electoral. Solamente perdieron un distrito. Y a la hora de explicar el resultado denigran al porteño. El mismo porteño que nunca se dejó llevar por las modas políticas. El porteño que nunca votó a Menem. El educado, el informado. El que no se vende. El ciudadano más politizado del país. El que más habla de política: en el bar, en la cena familiar, en el club, en el trabajo, hasta en el picadito.

El porteño, el que hasta 2007 era el votante independiente y lúcido. Y que ahora da asco o lástima.

Entonces, tratan de justificar su posición. Pero no profundizan. No hacen honor a lo que son o se cree que son. Insultan (los más nerviosos) o menosprecian. E intentan dar explicaciones vagas de por qué la mayoría (o casi la mitad) votó como votó.

Dicen que no se le da bola a la asimetría norte-sur. Como si la hubiera inventado Macri. Como si desde 1999 hasta 2007 no la hubiera gobernado el progresismo (Ibarra y Telerman) y antes la Alianza. Pero obviando las obras en la Boca, Barracas y Parque Patricios.

Miran con recelo a la Metropolitana. No llegan a quejarse de la inseguridad (no es una demanda progre), porque la misma proviene de las verdaderas víctimas del sistema, pero dos semanas antes de las elecciones llenan de gendarmes el Sur.

Hablan del estado de las escuelas. Como si no se hubieran declarado en emergencia antes de asumir el PRO. Sin tener en cuenta las obras realizadas desde 2008. El inglés desde la primaria o las computadoras que se están por distribuir. ¿Filmus que hizo como secretario de Educación?

Hablan de los hospitales. Como si el gobierno del PRO los hubiera privatizado. Sin tener en cuenta que si bien el Hospital de Lugano no se construyó del todo, tampoco lo hizo el gobierno progre. ¿Ibarra los manejó mejor?


Hablan de obras y subtes. Sin mencionar que el primer tramo de las obras del Arroyo Maldonado lo inauguró Macri. Que las obras fuertes del Colón las llevó a cabo Macri. Y que si bien no se hicieron los kilómetros prometidos de subtes, se siguió construyendo. A un ritmo hasta mayor al heredado.

Hablan de viviendas. Pero no dicen nada de la discriminación en la distribución de fondos de la Nación para construirlas (que provienen en forma significativa de impuestos que paga el porteño). Ni del enriquecimiento de Schoklender. Ni de la agresiva política del Banco Ciudad en el otorgamiento de créditos hipotecarios, duplicando el monto de los mismos en 3 años, pasando del 5º lugar del ranking al 2º (período en el que el Banco Provincia y el Hipotecario redujeron el stock de créditos otorgados).

Hablan y hablan. Sin datos concretos. Mezclando derechos humanos con el tránsito (parece que nunca pisaron NYC, Roma, Londres o París, por no decir San Pablo o Mexico DF). Educación con remedios. Libros con choripanes.

Porque la verdad es que no tienen idea de qué es lo que propone Filmus en contraste a lo que hace Macri. Les jode Macri. Y le pegan a él, a través de su votante. Que les da asco. Porque el que les da asco es Macri. Y critican los globos de colores, como si fuera el eje de la gestión macrista.

Lo cierto es que Macri no hizo nada de lo que ellos creían que iba a hacer: privatizar escuelas y hospitales; quedarse con todos los negocios de la ciudad (¿ustedes creen que si lo hubiera hecho no lo hubieran descubierto?); echar a miles de empleados municipales, etc.

La verdad es que no tienen argumentos. No es que no existan argumentos para pegarle a Macri. O a cualquier otro político. Pero es mucho más fácil caer en el discurso ideológico de bajo nivel, generalizador y supuestamente intelectual. Son haraganes y vagos en la recolección de información. Rústicos en el análisis. Predecibles y básicos en las conclusiones. Y resentidos en la derrota.

En criollo, chamullan. Y el chamullo en la ciudad de Buenos Aires no paga ni sorprende. Como va a pagar, si se inventó acá.

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